Sé que estás ocupado. Pero necesito hablar con alguien. No, no quiero lamentarme de mi vida ni tampoco mirar con melancolía a lo que pudo ser y no fue. Simplemente necesito desahogarme, expresarme, decir lo que nadie ha dicho en años. Sí, tu sabes que no me gusta quedarme estancada en el pasado. Pero ¿qué ocurre cuando el pasado se te aparece en el presente? Pues bien, mi vida escapa a toda realidad. Parece una novela… una de esas obras literarias que uno lee y dice que aquello jamás podría pasar en la vida real. Vengo de una familia “aquijotada”, por llamarla de alguna forma. Padres y tíos que abusan de sus hijas y sobrinas. Silencio de los adultos ante tanta aberración. Quizás lo que no se diga no exista. Primos que se casan entre sí. ¿Crees que estoy plagiando a García Márquez? Ya me gustaría que esto fuera una vil imitación. Porque por si fuera poco, también están los integrantes con cola de chancho. Una rama de ellos salió completamente desquiciado. Sus mentes están en otro planeta y por más medicamento y consultas psiquiátricas, no logran aterrizar en nuestra realidad. ¡No mires al suelo! Que aún hay más. Tengo tantos hermanos que he perdido la cuenta. Lo gracioso es que los nombres se repiten. Sí, tal cual “Cien años de soledad”. Al menos hay dos que tienen mi nombre y unos cuatro con el nombre de mi hermano. No, no sé cuántos son exactamente. Alguna vez traté de contarlos, pero ya perdí la cuenta. Tampoco es fácil seguirles el rastro. Cada uno ha hecho su vida como ha podido. ¡No te rías! Tal vez fui la afortunada de todo el clan por haber nacido dentro de una familia avalada ante Dios y la ley. O al menos eso creo. Tengo hermanos que alegan lo mismo que yo. Pero me gusta creer en mi versión, mi familia era la real y las otras eran integrantes de una vida paralela que buscaba asimilarse a la realidad sin llegar a hacerlo. De acuerdo, lo sé, todo esto parece una gran farsa. Una locura. Debes creer que se me soltó un tornillo. Pues te corrijo, no fue uno sino dos, tres y cuatro. Si quieres, puedes seguir contando. ¡Espera¡ ¿Dónde vas? Ya veo, quieres que lo deje ser. Déjame intentarlo. Uno, dos, tres, abro los ojos y nada. Todo sigue ahí. De acuerdo, de acuerdo, lo dejaré pasar. Pero cuando el pasado vuelva a asomarse no me digas que no te advertí. Ahora vete. No, no te preocupes. Ya te dije, sé que estás ocupado. Ve a hacer tus cosas que el resto puede esperar.
*Fotografía obtenida de: http://www.cowart.info/blog/ y no guarda ninguna relación con el relato.
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